2 de septiembre de 2014

Año Bisiesto

Si había aprendido algo en todos estos años, era que no se podía atribuir una importancia cósmica a un simple acontecimiento terrenal. Casualidad. A eso se reduce todo, simple y llanamente, casualidad.

Por fin había aprendido que no existen los milagros, que no existía el destino, que nada estaba predestinado. Las almas gemelas y las medias naranjas solo eran el resultado exacerbado del cine romantico de los años 50. Una burda adaptación visual del amor literario de la novela rosa.

Era consciente de ello. Por eso lo repetía una y otra vez, grabando en piedra estas palabras. Lo sabía... Estaba seguro...

Pero aquel veintinueve de febrero se dió de bruces con ella... ... ...